jueves, 12 de mayo de 2011

Masa blanca en el vientre

-Que cara María, ¿por qué tan enojada?
No pude explicar la horrible sensación que sentía en ese momento en el estomago, la sentía justo en el centro del vientre y me irradiaba un malestar hasta la punta de los dedos.
-Nada, no es nada. Contesté
Realmente quería gritar, patalear, sacarme a como diera lugar esta horrible sensación que alguna vez leí en un libro de Murakami y que en ese momento no logré entender con precisión.

El origen era muy claro, tenía las palabras en la punta de la lengua y le habría podido explicar a cualquier chismoso, con lujo de detalle, todos los acontecimientos que me tenía con la mano en la tripa y con un rictus de dolor. Podía formular las palabras-ideas en mi cabeza pero pensé que en el  momento en que el sonido saliera de mi boca junto con él saldría proyectado un río de vomito mezclado con esa masa blanca que me estaba martirizando el vientre e inmovilizando el cuerpo.

Volví a decir, -No es nada. Pero a pesar de mi sorpresa tuve que decir, -Son celos
-¿Celos? ¿De quién?
Y entonces me di cuenta que si decía de "nadie" no estaría mintiendo.

No era nadie. Realmente es un completo desconocido. Una noche, en donde el alcohol había sido mucho más protagonista que la pasión, era lo único que habíamos compartido. Después de eso, solo compartimos el gusto por el coqueteo, y sobre todo encontrar reciprocidad en el mismo.
Físicamente era un asunto magnético, si mi cuerpo estaba cerca del suyo no podía más que acercarse. Y cuando estaba lejos el imán me hacía moverme en su dirección.
Pero fuera de esta clase de impulsos tan terriblemente físicos y sin razón, no es nadie. Al final, las calles de la ciudad, las horas del día, las gotas de lluvia, de agua, de lágrimas; todas me forzaban a quedarme lejos a, quitarme el imán que sentía en la cadera y a avanzar en otra dirección.
Compartimos otras pasiones, pero siempre en ocasiones demasiado acotadas como para poder utilizar lo consuetudinario como un pretexto valido.

Si era tan nadie, y yo tan yo, ¿cómo es que se había formado tan rápidamente esa masa blanca que me tenía con las articulaciones pasmadas y las ideas en pausa? ¿Dónde se originan los celos?

Después de gritar, escribir, parar, comer, fumar, volver a gritar, y sentarme otra vez a escribir; me di cuenta que los celos venían de lo que la masa blanca estaba protegiendo: el deseo.
El deseo absoluto por hacer de un nadie un alguien, por compartir las pasiones y hacer de ellas un asunto tan necesario que podría convertirse en rutina si no me hiciera desvariar, por tener un cuerpo que acompañe a mi cuerpo, que se mueva al mismo ritmo. Deseo del deseo de otro, de ser la necesidad de un alguien, de nunca más estar acompañada por nadie.

Volví a respirar y me di cuenta que ni el deseo, ni la masa blanca, ni los celos, ni el dolor habían sido reales. Que lo que se compartió fue tan efímero que pudo haber sido un sueño. Al final prefiero pensar que es un sueño y que tan repentino llega en la noche como se va en la mañana.

Todo fue un sueño y la masa blanca solo indigestión...

miércoles, 11 de mayo de 2011

Por una maternidad diferente: Inmujeres DF

Este pronunciamiento me lo mandó por mail mi querídisima amiga Rita, yo lo pude leer apenas el día de hoy y me pareció muy importante compartirlo.
Me queda claro que si bien todos los días soy mujer y ser madre no es lo que me hace mujer entonces no pasa nada si se me pasó el día de las madres o si lo recuerdo todos los días.
Los invito a leer y a reflexionar el tema. Este no es un asunto exclusivamente femenino, nada lo es. Ni siquiera la maternidad/paternidad y por lo tanto todos deberíamos de tener acceso a esta clase de información. Finalmente es la información que tenemos y el conocimiento del que nos rodeamos es lo que nos permite pronunciar opiniones personales.

Algo pasa que simplemente no puedo cambiar las horribles letras moradas ("#$%&/()(/&%!!!!)

Pronunciamiento No. 04
 
Por una maternidad diferente: Inmujeres DF
 
Ciudad de México, 09 de mayo de 2011
 
Ante la conmemoración del Día de la Maternidad, el Instituto de las Mujeres de la Ciudad de México hace un llamado este 10 de mayo a mirar la maternidad desde otra posición, menos idealista y más real, que tome en cuenta las necesidades de las mujeres, sobre la base del ejercicio de todos los derechos para todas las mujeres.
 
Al recordar que en nuestro país, los orígenes de la conmemoración del 10 de mayo están relacionados con una reacción por contrarrestar las iniciativas liberales de las mujeres, sus ideas sobre emancipación, planificación familiar, anticoncepción y ejercicio de derechos, para el Inmujeres DF, hoy en día, este festejo debe significar el ejercicio del derecho a la libertad reproductiva y a la autodeterminación del cuerpo y la vida de las mujeres.
 
Este día es una oportunidad para celebrar una maternidad libre y no discriminatoria; una maternidad diferente que libere a las mujeres de la carga del rol reproductivo, función que debe comenzar a ser compartida por el resto de las y los integrantes de las familias.
 
Si bien la figura de las madres es importante para el desarrollo de las familias y la sociedad, la imagen de la madre debiera desligarse a una serie de estereotipos relacionados con la bondad, la abnegación, la entrega desmesurada y la felicidad incondicional, generalizaciones que han cobrado un costo muy alto a las mujeres, impidiéndoles su desarrollo psicosocial e invisibilizando sus importantes contribuciones a la sociedad.
 
Históricamente, el rol de las mujeres como madres ha sido enaltecido gracias a un concepto equívoco que ha colocado el mito de la maternidad como destino y no como una decisión, que ha posicionado la falacia de la maternidad como máxima satisfacción de las mujeres y no como un aspecto de su identidad que puede elegirse.
 
En la Ciudad de México, este 10 de mayo, lejos de fetichismos y tintes comerciales discriminatorios, festejemos una maternidad diferente, libre, voluntaria; con una legislación de vanguardia que garantiza la libre decisión de las mujeres, en cumplimiento al artículo 4º constitucional, que refiere el derecho a decidir de manera libre, voluntaria e informada sobre el número y espaciamiento de las hijas e hijos.
 
Este 10 de mayo, el festejo debería estar relacionado con el ejercicio de los derechos de las mujeres, con el respeto a la maternidad libre, voluntaria, informada y compartida, con la disminución de la mortalidad materna y de las enfermedades prevenibles, con los avances y los retos en materia de igualdad de género.
 
Este 10 de mayo, el Instituto de las Mujeres de la Ciudad de México reconoce el gran aporte de las mujeres en los ámbitos público y privado, y pugna por una legislación- en todos los Estados del país-, así como por prácticas sociales que reconozcan el derecho y favorezcan el ejercicio pleno de las mujeres a controlar su fecundidad, a decidir sobre su maternidad, sobre su sexualidad y sobre su cuerpo.
 
Con la convicción de que la maternidad no nos hace mujeres, reivindicamos que la maternidad es una elección, y celebramos la libertad y responsabilidad con la que las mujeres asumen tal decisión en la Ciudad de México.